hoy me gustaría compartir con ustedes el Manifiesto para las Universidades a la altura de sus misiones y ampliar el espectro de blogs de apoyos como es el caso de Jordi Adell y Cristobal Suárez.
Ahora mismo me encuentro trabajando en un proyecto denominado " Flor de Ceibo" que en su plan de trabajo dicen lo siguiente:
Los fundamentos del presente proyecto recogen una tradición académica que, en
renovada apuesta, se propone articular los tres pilares básicos de la docencia
universitaria (enseñanza – extensión – investigación)
renovada apuesta, se propone articular los tres pilares básicos de la docencia
universitaria (enseñanza – extensión – investigación)
Ahora me gustaría reproducir de forma íntegra el manifiesto puesto en esta página:
A finales de enero de 2012, una enseñante-investigadora de la Université de Liège remitió su dimisión e hizo
públicas en la universidad las razones de ésta, denunciando la
degradación de las universidades europeas y, en particular, el
productivismo y el arribismo circundante, que se han convertido en
insoportables. La publicación del texto y sus ecos en la prensa y
en la sociedad belga causaron una ola de apoyo inesperada, decenas de
colegas se reconocieron en el diagnóstico y desean encontrar remedios.
Muy rápidamente universitarios franceses y españoles se han unido al
movimiento, confirmando el carácter europeo de la tendencia denunciada.
Después de distintos intercambios y reuniones de reflexión, se ha
creado un sitio web y se ha redactado un manifiesto con el fin de
promover un amplio movimiento de acciones y de debate en torno al futuro
de nuestras universidades.
Es este el manifiesto que os proponemos firmar, no como se firma una
simple petición destinada a terceros, sino como un compromiso para
resistirse al proceso de desintegración y a actuar personalmente con el
fin de recuperar una universidad a la altura de sus misiones.
Les universidades subvencionadas por medio de fondos públicos tienen
tres misiones, la enseñanza, la investigación y el servicio a la
sociedad, que se caracterizan por su imbricación y por sus finalidades.
Para los firmantes de este manifiesto, éstas misiones tienen como objetivo:
- Conservar los saberes adquiridos a lo largo de la historia, producir nuevos saberes y transmitir unos y otros al máximo de personas junto con las controversias que los han rodeado o que los rodean;
- Preparar a los estudiantes en las metodologías de investigación y en el análisis crítico de los desafíos y efectos sociales de los interrogantes, prácticas y resultados del ámbito científico, en el ejercicio de un pensamiento liberado de cualquier dogma, que busque el bien común, y en el desarrollo de una actividad profesional experta y responsable;
- Alimentar la reflexión de las sociedades sobre ellas mismas y especialmente sobre su modelo de desarrollo.
Las formas actuales de gobernanza de las universidades contradicen esta visión de la institución universitaria.
Éstas formas adoptan como palabras estrella la eficacia, la
rentabilidad y la competitividad. El proyecto que se propone a las
universidades es volverse instancias de un máximo de producción en un
mínimo de tiempo, de unos investigadores y de unos profesionales
adaptados a las exigencias del mercado, flexibles y competitivos –el
progreso de la humanidad se mide en términos de crecimiento económico y
avances técnicos y el de las universidades, en términos de «masa
crítica».
De esta suerte, y con unas consecuencias que encajan unas dentro de las otras:
Las universidades son sometidas a evaluaciones y auditorías
internacionales cada vez mas numerosas que miden su productividad
respectiva y permiten situarlas en rankings.
Sin negar el interés de la evaluación de las prácticas de las
universidades y de sus efectos, debemos constatar que las evaluaciones
actuales operan según criterios estrechos, la mayoría de veces puramente
formales y calibrados sobre prácticas estandarizadas; que la
competición entre universidades que éstas evaluaciones refuerzan
favorece una carrera a la publicación que hace primar el número por
encima de su valor intrínseco; que los procedimientos de evaluación son
de un burocratismo irritante y que el mensaje que vehiculan recuerda
constantemente a las universidades que la lógica a que se han de
subordinar es la del mercado y de la normalización mundial.
Excluida de los recursos básicos de las universidades, la selección
de la investigación susceptible de ser financiada queda estrechamente
condicionada por los concursos de adjudicación y por la dimensión y el
prestigio de los equipos que responden a éstos concursos.
Éste estado de cosas daña la identidad de la investigación
universitaria, dotada por principio de un amplio margen de curiosidad y
espíritu de innovación, que también poseen los pequeños equipos de
investigación y los jóvenes investigadores sin un prestigio consolidado.
Se ve así arrastrada a una carrera para trabar proyectos bien
encuadrados dentro de los parámetros dominantes y bien presentados antes
que proyectos que interesen desde el punto de vista del avance de los
conocimientos.
En cuanto a la enseñanza, los recursos destinados a las universidades
dependen la mayoría de veces del número de estudiantes matriculados.
En el caso de unos presupuestos bloqueados, esto conduce a una «caza
de estudiantes» que entraña el peligro de disminuir la calidad de la
formación ofrecida y asistir a la desaparición de disciplinas
importantes pero poco solicitadas.
Se exige a la enseñanza universitaria que especifique las
competencias profesionalizadoras que han de desarrollar los estudiantes.
Aunque es indispensable dotar a los estudiantes de las competencias
necesarias para sus futuras actividades profesionales, la explicitación
de éstas competencias expone a los docentes a privilegiar los saberes
utilitaristas y «vendibles» en detrimento de las ciencias fundamentales y
de los saberes de ámbito humanista, críticos y reflexivos.
Los servicios de gestión interna y de representación desarrollados
por el personal universitario en su institución aumentan
exponencialmente en perjuicio de los servicios comprometidos con la
sociedad.
Los elementos que acabamos de enumerar contribuyen a que la tarea del
personal universitario sea repetitiva y cada vez menos innovadora y
acentúan el estrés laboral de un número creciente de personas; el
investigador y el docente apasionados corren el peligro de perder sus
ideales.
Los firmantes de éste manifiesto, a fin de promover su visión de la institución universitaria, hacen un llamamiento:
- a garantizar a la investigación universitaria la libertad de exploración necesaria para todo descubrimiento, el derecho a la duda y el derecho al fracaso;
- a encontrar un equilibrio entre las partes respectivas de los saberes críticos y operacionales, entre las competencias generales y las profesionalizadoras en las formaciones ofrecidas por las universidades;
- a promover los servicios a la sociedad;
- a detener la inflación burocrática, la carrera contrarreloj y otros factores de estrés que impiden al personal de las universidades desempeñar satisfactoriamente su trabajo;
- a evaluar las practicas de las universidades y sus efectos en función de las finalidades de la institución universitaria y no de las expectativas del mercado.
A sus ojos, recuperar éstas necesidades pasa, sobre todo, por:
- la afirmación de las finalidades de la institución universitaria tal como se han definido más arriba;
- la refinanciación global de la enseñanza superior;
- la utilización de criterios de asignación de los recursos públicos que promuevan la diversidad de la investigación y que protejan la calidad y la pluralidad de la formación ofrecida por las universidades.
Finalmente, hacen un llamamiento:
A los poderes públicos y a las autoridades académicas de las
universidades a reconocer a las universidades unas finalidades conformes
a su identidad y a su función social y facilitarles los medios para
conseguir éstos objetivos;
Al personal de las universidades, que resista ante las medidas y
prácticas que van en sentido contrario al de las propuestas de éste
manifiesto; a abrir espacios de expresión y análisis profundo del
malestar de los universitarios, de sus causas y de las pistas que puedan
conducir a la solución; a movilizarse mediante acciones concretas –que
será necesario definir según los contextos- para afirmar sus posiciones y
propuestas allá dónde sea necesario; a apoyar a los movimientos y
acciones que, fuera de la universidad, conduzcan a la búsqueda del bien
común.
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